Bueno, como el verano da para mucho, y para otros da muy poco presento el proyecto al que me dedicaré estos dos meses y medio de "vacas" que tengo:
La vida de un condenado
Capítulo I: Y se hizo la luz...Me levanté otra cansina mañana, un día como muchos otros, luz intensa del sol, pero frescor húmedo mañanero que abría los poros de toda la piel y hacía que una persona se helase en un instante estando lejos del amparo el sol. Los pájaros empezaban a desperezarse, al igual que yo.
Por aquel entonces yo tenía quince años, estaba en mi plena juventud y con mis hormonas en su propia revolución. Yo, a pesar de mis negaciones, había sido agraciado con un buen aspecto exterior, sin embargo mi aspecto interior dejaba mucho que desear, es decir, que era un soltero de oro pero sin la edad suficiente para ser casado.
Hablar conmigo era como hablar con una máquina, los unos y ceros eran sustituidos por sies y noes, pero la cosa cambiaba cuando era una fémina la que se acercaba a mí. Ni había unos, ni ceros, ni sies, ni noes, ni nada, solo flojos murmullos en sánscrito que ni yo mismo comprendía.
Dejando a un lado mi decadente personalidad, mi vida estudiantil era normal, ni destacaba ni aterraba, tan solo me dedicaba a mantener mis notas entre el seis y el siete de media. Mis amigos eran la música y los cómics a demás de un individuo racional llamado Mark, un chico de pelo castaño oscuro y gafas que le daban un aspecto moderno, pues él no veía una moneda a dos palmos de narices. Su media de exámenes era de nueves altos, tenía una mente soberbia, pese a ello, nunca lo vi pegado a un libro más de una hora. Mark, era un chico sociable, no era el típico listillo de turno que suele haber en cualquier centro de enseñanza.
Por supuesto, olvidaba presentarme, mi nombre era y es Dave. Olvidadizo, presunto FAIL social, pringado de turno y aun así imán para las chicas con hormonas descontroladas y mentes calenturientas de mi edad.
-¡Dave, no se cómo se hace esta cuenta! –se acercó ávidamente una chica de mi clase.
Me acurruqué en mi asiento.
-Em, pues, esto…
-Yo te lo explico si quieres –saltó Mark en mi ayuda.
-Pero Dave explica mejor… -se enfuruñó.
-Es que a Dave le duele la cabeza.
-Uy, pobrecillo, ¿quieres que me quede contigo? ¿o te acompaño a la enfermería?-preguntó ansiosa la compañera de delante mío.
Dejadme tranquilo, pensé agoviado.
(ACTUALIZARÉ CADA SEMANA O ANTES SI PUEDO)